Las sirenas de las ambulancias rompieron la quietud de la madrugada en Miami. Era poco después de la medianoche, cuando el sonido de los disparos resonó en la calle 19 del noroeste, en el corazón de la ciudad. Tres mujeres, heridas por balas, luchaban por sus vidas en las frías calles.
El vecindario, normalmente bullicioso, se había sumido en un silencio sepulcral. Los vecinos, atemorizados, se asomaban desde sus ventanas, presenciando la escena con horror. La Policía de Miami, alertada por múltiples llamadas, acudió de inmediato al lugar del tiroteo.
En medio de la confusión, las autoridades confirmaron que las tres mujeres, aún sin identificar, fueron trasladadas de urgencia al hospital. Una de ellas, en estado crítico, luchaba por sobrevivir, mientras que las otras dos se encontraban estables.
La escena del crimen, marcada por la sangre y la evidencia, fue acordonada por la policía. Los agentes, con sus rostros impasibles, recorrían la zona, buscando pistas que pudieran dar con los responsables de este brutal ataque. El silencio, roto únicamente por el ruido de las ambulancias, se apoderó de la madrugada en Miami.